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reportaje

La magia del esfuerzo: el verdadero secreto para tener éxito y felicidad

Publicado el 07-11-2025

La magia del esfuerzo: el verdadero secreto para tener éxito y felicidad

Recuperar el valor del esfuerzo no es volver al pasado, sino redescubrir la fuerza interior que nos permite crecer, aprender y ser felices y exitosos.


Vivimos en una sociedad que premia los resultados, pero rara vez valora el camino. Nos acostumbramos a aplaudir los logros visibles —el éxito profesional, las notas brillantes, el cuerpo perfecto o la popularidad— sin detenernos a pensar qué hay detrás de ellos. En su libro La magia del esfuerzo, el profesor y escritor cordobés Fernando Alberca nos recuerda que el verdadero poder no está en el talento ni en la suerte, sino en la capacidad de esforzarse, perseverar y creer que uno puede mejorar.


El esfuerzo como fuente de autoestima
Lejos de ser una carga, el esfuerzo es una fuente profunda de autoestima. Cada vez que una persona se esfuerza, se demuestra que es capaz de transformar la realidad con su voluntad. Alberca sostiene que el esfuerzo no solo desarrolla competencias, sino que genera confianza, seguridad y sentido de logro. No se trata de competir con los demás, sino de superarse a uno mismo, de avanzar un poco más cada día.

En un mundo dominado por la inmediatez, donde todo parece estar al alcance de un clic, recuperar el valor del esfuerzo es casi un acto de resistencia. Pero también es una forma de educar en felicidad. Porque —como recuerda el autor— no hay alegría más duradera que la de haber conseguido algo con dedicación y constancia.


Esfuerzo no es sacrificio
Uno de los grandes aciertos del libro es su enfoque positivo: esforzarse no significa sufrir. El esfuerzo se convierte en algo mágico cuando se asocia con un propósito, con un sentido. Quien se esfuerza por aquello que ama no siente desgaste, sino plenitud. Alberca explica que el secreto está en descubrir la motivación interior, en entender por qué algo vale la pena y conectar con esa razón profunda.

Así, el esfuerzo se transforma en un camino hacia la realización personal. Nos permite disfrutar del proceso, aprender de los errores y apreciar el resultado final. Es lo que convierte cada pequeño logro en una victoria auténtica.


Educar en el valor del esfuerzo
Fernando Alberca dedica buena parte de su libro a reflexionar sobre la educación. Los niños y adolescentes de hoy crecen en un entorno que a menudo les protege en exceso del error y la frustración, cuando precisamente esas experiencias son las que fortalecen el carácter. Enseñar a esforzarse —a terminar lo que se empieza, a intentarlo de nuevo, a no rendirse ante la dificultad— es regalarles la herramienta más poderosa para ser felices.

El autor propone recuperar la pedagogía del ejemplo: los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Un padre o una madre que perseveran en su trabajo, que afrontan los problemas con serenidad, que siguen adelante a pesar del cansancio, están transmitiendo una lección de vida más valiosa que cualquier discurso. A través de esos gestos cotidianos, descubren que el esfuerzo conduce al éxito, la dignidad y el orgullo de hacer las cosas bien.


La magia cotidiana
El esfuerzo no es un valor reservado a las grandes gestas. Está presente en la constancia diaria, en el estudiante que repasa, en el deportista que entrena, en el enfermo que se levanta un día más, en el trabajador que sigue dando lo mejor de sí. Cada acto de esfuerzo, por pequeño que parezca, es una semilla de crecimiento.

Y ahí reside su magia: en transformar lo ordinario en extraordinario. En darnos cuenta de que no existen personas “dotadas” o “afortunadas”, sino individuos que han aprendido a perseverar incluso cuando nadie los ve.


Esforzarse para vivir mejor
Al final, La magia del esfuerzo no es un libro sobre rendimiento, sino sobre vida y esperanza. Nos recuerda que el éxito auténtico no se mide en resultados, sino en la satisfacción de saber que hemos dado lo mejor de nosotros. Que cada paso adelante —aunque sea pequeño— nos hace más fuertes, más libres y más humanos.

Porque el esfuerzo, lejos de agotarnos, nos construye.

Y entender eso, en una época que busca atajos, es quizás la mayor magia de todas. 

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